lunes, enero 30, 2006

Munich: mi reconciliación con Spielberg

No soy fan de Spielberg. Es más, tengo que reconocer que le tengo un poco de fobia personal. Me gustan muy pocas de sus películas (ET, El diablo sobre ruedas, la primera media hora de Salvar al soldado Ryan, ...), muchas me parecen penosas (La terminal, El imperio del sol, Minority report, ...) y otras simplemente vomitivas (Hook, Amistad, ...). Sin embargo, con Munich creo que me he reconciliado con este director. En este película demuestra que cuando quiere (que, extrañamente, parece que no es siempre), Spielberg puede hacer auténtico cine del bueno.

Narrada casi como un documental, Munich narra de una manera dura y rotunda las "ejecuciones" que el Mosad israelí llevó a cabo para vengar el acto terrorista perpetrado por la banda palestina "Septiembre negro" durante los juegos olímpicos de Munich en el que murieron once deportistas de Israel. Un grupo de cinco hombres, dirigidos por Avner (Eric Bana) tiene que "dejar de existir" y pasar a la clandestinidad para poder ir eliminando a los cerebros del atentado que se encuentran diseminados a lo largo de diversos paises del mundo. Avner tiene que dejar toda su vida (con una mujer embarazada) y comenzar a ejecutar la venganza del pueblo israelí. Las "eliminaciones" se van sucediendo con más o menos frialdad. Es curioso, pero este proceso puede recordar al que se lleva a cabo con los replicantes en Blade Runner. Pero poco a poco, los cinco miembros del equipo van a empezando a tener dudas y cuestiones ¿estamos seguros de que este individuo participó en lo de Munich? ¿está justificado lo que hacemos? y sobre todo la pregunta clave ¿todo esto sirve para algo?. Los objetivos van siendo eliminados, pero otros líderes terroristas van ocupando sus vacantes, de modo que Avner y sus compañeros se empiezan a dar de cuenta de que toda la sangre que están derramando es un acto absolutamente estéril. Además, en un momento dado, ellos (los cazadores) se comienzan a convertir también en presas, en un juego de muerte sin fin.
Spielberg ha rodado esta película como un auténtico maestro, mezclando el thriller de espionaje con el suspense de una manera muy eficaz. La violencia está rodada con realismo, pero sin caer en las típicas estridencias de efectos especiales a las que nos tiene acostumbrados últimamente el cine americano. Los interpretes están todos perfectamente en sus papeles, sin estridencias, cada uno aportando un toque personal a los miembros del equipo. El protagonista, Eric Bana, demuestra unas dotes interpretativas más que sobresalientes, desarrollando un personaje que poco a poco va pasando de la contundencia y determinación inicial a las dudas, miedos y terrores del final.
La película es contundente y un prodigio del cine, pero, además, el mensaje que nos quiere hacer llegar es rotundo y claro: la violencia sólo engendra violencia y la solución del terrorismo es compleja y no se podrá conseguir eliminado a cinco, treinta o cien terroristas. En los tiempos que vivimos, el mensaje es inequívoco y ataca directamente el camino emprendido por muchos dirigentes occidentales.
Es cierto que Munich no aporta soluciones a este grave problema, pero al menos constituye un claro alegato para atizar las conciencias de muchos.

viernes, enero 27, 2006

Principe Valiente de Harold P. Foster


No sabía cómo comenzar mi blog, pero hoy por fin lo he decidido.
Y lo curioso es que al final ha intervenido la casualidad. Estaba yo en el kiosco comprando el periódico y entonces veo que tienen un ejemplar (el nº 1) del "Príncipe Valiente"; resulta que Planeta de Agostini lo va a volver a publicar en España. Inmediatamente compré el ejemplar y me fui contento como unas castañuelas para casa. Y debo decir antes que nada que ya tengo la edición completa que publicó Ediciones B hace ya más de 10 años. Pero me es lo mismo, yo repito.

Bueno claro, no hay que olvidar que esta edición no es exactamente igual a la anterior. Realmente no hay dos ediciones iguales de este cómic. ¿Y ello a que se debe? Pues simplemente a que el color de la edición original se ha perdido. En aquellos tiempos (hablamos de 1937-) el cómic no estaba considerado un arte ni nada parecido; simplemente una distracción, un pasatiempo. Y los autores eran unos simples currantes. Es por ello que se conservan muy pocos originales del autor; el procedimiento era publicar y luego destruir los originales (¡qué barbaridad!). Además hay que recordar que El príncipe Valiente se publicaba en papel de periódico en el dominical.
Anteriormente a esta edición, las únicas ediciones más o menos completas que se han publicado en España son la de Buru Lan y la Ediciones B. Esta última, que es la que tengo, es bastante correcta, aunque a lo largo de la colección se cambió el color por lo que al final quedó un poco chapucero el asunto.
Pero yo me enamoré de este cómic, hace ya mucho tiempo cuando unos amigos me dejaron la edición de BuruLan. Era una edición en fascículos, bastante floja porque a veces no es del todo respetuosa con el original. Así, en algunas viñetas donde estaban dibujados muchos detalles se limitaron a poner todo del mismo color (un moradito o algo así) y, además, había varios cortes y re-montajes extraños. Pero con todo, quedé alucinado tanto por la historia del Príncipe Val, como por los dibujos del genial Harold P. Foster.
Aunque después he leído otros muchos cómics, para mi no hay nada igual. Nada tiene la magia ni el encanto de esta épica colección.

Es, en cualquier caso, la más bella historia artúrica jamás narrada… y dibujada.

En próximos mensajes, ya iré hablando con más detalle de este maravilloso cómic.

lunes, enero 23, 2006

"Attack ships on fire off the shoulder of Orion"

Esto es el principio de este blog. ¿El principio de qué?
¿Qué voy a contar? Todavía no lo sé ...
¿Le interesa a alguien lo que yo pueda pensar?
Mañana comenzaré. ¿O tal vez esto será ya el fin?

Bueno, creo que voy a arrancar.
Como realmente me gustan muchas cosas (quizás demasiadas), creo que no me centraré en un solo tema, así que por aquí contaré un poco de todo: cine, cómic, música, libros, ...

Allá vamos ...