
Narrada casi como un documental, Munich narra de una manera dura y rotunda las "ejecuciones" que el Mosad israelí llevó a cabo para vengar el acto terrorista perpetrado por la banda palestina "Septiembre negro" durante los juegos olímpicos de Munich en el que murieron once deportistas de Israel. Un grupo de cinco hombres, dirigidos por Avner (Eric Bana) tiene que "dejar de existir" y pasar a la clandestinidad para poder ir eliminando a los cerebros del atentado que se encuentran diseminados a lo largo de diversos paises del mundo. Avner tiene que dejar toda su vida (con una mujer embarazada) y comenzar a ejecutar la venganza del pueblo israelí. Las "eliminaciones" se van sucediendo con más o menos frialdad. Es curioso, pero este proceso puede recordar al que se lleva a cabo con los replicantes en Blade Runner. Pero poco a poco, los cinco miembros del equipo van a empezando a tener dudas y cuestiones ¿estamos seguros de que este individuo participó en lo de Munich? ¿está justificado lo que hacemos? y sobre todo la pregunta clave ¿todo esto sirve para algo?. Los objetivos van siendo eliminados, pero otros líderes terroristas van ocupando sus vacantes, de modo que Avner y sus compañeros se empiezan a dar de cuenta de que toda la sangre que están derramando es un acto absolutamente estéril. Además, en un momento dado, ellos (los cazadores) se comienzan a convertir también en presas, en un juego de muerte sin fin.
Spielberg ha rodado esta película como un auténtico maestro, mezclando el thriller de espionaje con el suspense de una manera muy eficaz. La violencia está rodada con realismo, pero sin caer en las típicas estridencias de efectos especiales a las que nos tiene acostumbrados últimamente el cine americano. Los interpretes están todos perfectamente en sus papeles, sin estridencias, cada uno aportando un toque personal a los miembros del equipo. El protagonista, Eric Bana, demuestra unas dotes interpretativas más que sobresalientes, desarrollando un personaje que poco a poco va pasando de la contundencia y determinación inicial a las dudas, miedos y terrores del final.
La película es contundente y un prodigio del cine, pero, además, el mensaje que nos quiere hacer llegar es rotundo y claro: la violencia sólo engendra violencia y la solución del terrorismo es compleja y no se podrá conseguir eliminado a cinco, treinta o cien terroristas. En los tiempos que vivimos, el mensaje es inequívoco y ataca directamente el camino emprendido por muchos dirigentes occidentales.
Es cierto que Munich no aporta soluciones a este grave problema, pero al menos constituye un claro alegato para atizar las conciencias de muchos.